miércoles, 11 de noviembre de 2015

Crónicas de viaje: misiva a papá.

Sabes de sobra que nunca empiezo nada que no sepa con antelación que no vaya a terminar ni me impongo gestas que no vaya a asumir como un compromiso personal; sabes que si hago algo, lo hago porque estoy convencida que llegaré a buen final y sino es así que al menos lo habré intentado dejándo toda mi energía en ello. 

Empiezo este diario en nombre de ese compromiso personal mío y que deseo compartir contigo y que, estoy segura, lo voy a terminar. Será nuestra conversación, mi monólogo mejor dicho, mi misiva electrónica en el que te detallaré con puntualidad mis apreciaciones de este lado del mundo en el que he decido poner mis dotes "sensibleras" para conocerlo y conquistarlo a mi manera. 

El espíritu por los viajes fue algo que recibí de herencia de mamá. Sabes de sobra que a ella le apasionaba coger aviones, subir y bajar, perderse, aprender y comprar (comprar en los viajes pues). Aún recuerdo las vacaciones del 92... porque fueron en el 92, verdad? cuando nos embarcamos la familia al completo a recorrer Sudamérica. Recuerdo que durante más de 40 días anduvimos por diversas ciudades del sur del globo: Chile, Argentina, Paraguay y Brasil. Tengo unos cuantos pocos recuerdos pero intensos de aquellas semanas por tierras foráneas. Cada vez que he viajado, posteriormente, cuando he terminado de depositar mis maletas en casa otra vez, he logrado tener esa misma sensación de felicidad que tuviera cuando volvimos de aquel viaje en familia. Agradezco también que ese primer gran viaje no hubiera sido a Disney como "se estilaba"en ese entonces porque yo creo que el resultado no hubiera sido el mismo. Nuestro viaje fue de contacto, de cultura, de conceptos amplios, de experiencias, de recorrer, buscar y de entretenerse uno al otro durante horas y días de autobús. Aprendí en aquel entonces que soy capaz de adaptarme a las incomodidades, a las horas eternas de espera de buses, capaz de improvisar y de darle con un plante de cara desafiante a las situaciones incomodas. Te acuerdas que las piedras llovían sobre el autobús cuando entrábamos a Perú de regreso? Yo sí que me acuerdo. Era solo una niña y casi nuestro propios compatriotas nos matan a pedradas. Luego de ese episodio cualquier otro que me pasase a posteriori es una ridiculez, te confieso.


Yo creo que fue lo mejor que hicisteis tanto mamá como tú, papá. No hay mejor herencia que se le deje a un hijo que la adicción a disfrutar del mundo y conocerlo en primera persona. Robándole unas líneas a Anatole France diría "¿Qué es viajar? ¿Cambiar de lugar? No. Es cambiar de ilusiones y de prejuicios". Y si papá, yo creo que si todos tuviésemos la oportunidad de viajar y mirar el mundo desde los ojos y las perspectivas de nuestro anfitrión este mundo se entendería mejor. La empatía sería cosa natural y habría menos prejuicios de los que ya abundan entre la gente. También es cierto que hay quienes mucho han visto y viajado y siguen viendo el mundo con una radicalización personal propia de tiranos y egoístas, estrechos de mente sin remedio. Y es que en este mundo tiene que haber de todo, no es así?.

Pues eso, viajé y viajé y viajé durante los últimos quince años. Pasé por todos los tipo de viajeros : 

A. Viajero ocioso. No me muevo por nada del mundo
B. Viajero indiferente. Realmente no me importa lo que tengo en frente. Solo quería salir de casa y punto. 
C. Viajero burgués. A mí solo me gusta salir de viaje si hay comodidades, si tengo que pasar penas ni salgo de casa. 
D. Viajero intelectual. Solo museos y obras de arte, por favor.
E. Viajero hippie. Solo voy a buscarme a mí misma y el mundo que siga rodando. 
F. Viajero de aventuras. Subir, bajar, arriesgar. Deportes de aventura: buceo, montaña, paracaidismo. Etc.
G. Viajero de fondo. Estoy preparada para cualquier experiencia. Quiero dejarme sorprender.

Ahora mismo soy una mezcla rara de viajero G y F con un poco de todas las anteriores. Huyendo rotundamente del síndrome del viajero B.

Bueno, luego de escribirte todas estas líneas más cargadas de una añoranza del pasado que de otra cosa he de confesarte porqué estoy en donde estoy y cuál es el trasfondo de todo este despelote. Durante meses estuve decidiendo donde iría y donde descansaría el cuerpo después de esta temporada de trabajo que parecía nunca acabar. Dudé entre volver al hogar piurano o incluso quedarme en Mallorca, luego, el cuerpo como siempre me pidió aventurarse a hacer algunas montañas porque la playa... pues, ya lo tiene muy visto y disfrutado, y, papá, como es más que obvio hay que escuchar al cuerpo que es muy sabio y sabe muy bien lo que necesita. 

Empecé a mirar opciones: Montañas Altai en la frontera entre Kazajistán, Siberia y Mongolia o cañon de Wakha Corridor en Afganistán. Ninguna de estas dos opciones eran viables, el tiempo (otoño/frío) y la inseguridad de los países (en el caso de Afganistán) frenaron radicalmente mi idea de hacer unos recorridos que llevarían semanas entre sus cañones y parques naturales. Finalmente me decliné por Nepal. Te preguntarás el porqué la montaña. Quizás porque simplemente soy testaruda pero muy a parte de eso es que hay una historia detrás de esta decisión. Una historia que sucedió muchos años atrás y que ha derivado aquí: a andar India y los caminos del Annapurna en Nepal significativamente.

Siempre hay un algo que ha de motivarnos, en mi caso es mi historia personal. Esta historia que me ha hecho ir por allí y por acá: Europa y sus montañas, sus cañones y montes más significativos. Me llevó a aventurarme a los Andes, al Salkantay durante sus días y sus noches en aquellas pampas donde hace un frío que mueres. Introducirme en la selva!  Que me hizo recorrer en busca de respuestas las Highlands en Escocia; subir en erupción el volcán Stromboli en la isla del mismo nombre, el Ben Nevis, el Mulhacén, las montañas Simien, el Ras Dashen, cruzar el cañón de Europa en Cerdeña y demás lugares.  Hay una historia, papá, una historia que pienso contártela en la próxima misiva, si me lo permites. Por lo pronto te dejo estas líneas cargadas de afecto y de ilusión esperando disfrutes tanto como yo de este viaje. En breve te enviaré más crónicas. Espero te aporten felicidad al leerlas por mi parte, te confieso, son un verdadero éxtasis de bienestar.

Te quiere,

Tu hija.  

Pd. Disculparás esta forma tan pobre de escribirte pero no tengo ordenador decente conmigo.