Estoy dándole la vuelta a las circunstancias negativas para producir energía positiva... pero ay, si que cuesta! Aquí todo es muy complicado: el frío, la tierra, la comida picante, las cuestas arriba. Por donde lo veas podrás observar lo difícil que puede resultar todo, pero también es verdad que no hay ningún imposible.
Día 3: Chame.
Para llegar hasta aquí he tenido que ponerme un knee support que vendría a ser un vendaje de soporte para la rodilla o rodillera. Ayer, mientras llegamos, nos metimos más por la montaña que otra cosa, además hicimos más de 19 kilómetros lo cual es muy malo para mi rodilla. Es por ello que hoy voy despacio, sigilosa, contando mis pasos para no hacerme más daño.
Estoy con tantas ganas de meterme en una cama que mira tu he acabado en Pensión Monalisa, y hace un frío que te mueres! Tengo encima dos mantas y nada es suficiente. Por suerte la señora del lugar tiene un calentador de leña en mitad de su salón y nos podemos calentar un poquito los pies para luego meterme en la cama. Cama que tambien está helada.
Día 4. Lower Pisang
Al haber descansado la rodilla no veas lo bien que me siento ahora. Nada me frena, voy volando. Este día resultará también un poco complicado porque ya vamos subiendo. Me gusta saber que se complica, porque vas probando el cuerpo, lo vas retando y ha de responder positivamente.
Ya voy viendo más los picos, las cimas tienen nieve, las montañas de este Himalaya son hermosas. Papá, este mundo es maravilloso, uno se siente verdaderamente pequeño ante tanta magnitud. Somos poquita cosa.
Día 5: Manang.
A partir de ahora ya no hay un retorno.
Hemos disfrutado un montón por el camino. Como de costumbre vine pensando en todo. En ti, en mis hermanos, en mis sobrinos, en mamá y en demás personas que se han cruzado en mi camino. No sé si ha sido satisfactorio pensar en todos a la vez o más agotador que caminar.
Papá, yo me recuerdo mucho en Piura. En tu consultorio, jugando debajo de tu escritorio. Quien tuviera la oportunidad de volver el tiempo, no? Yo volvería a esos años en el que el lugar más seguro para mí era tu consultorio y metida debajo de tu escritorio esperando a que acabaras de trabajar. Era demasiado amor, papi Lucho. Eres, sin duda, el hombre que más me ha amado 😌. Y me siento afortunada.
Hoy hemos caminado tranquilo. Ya hablamos de palabras mayores. Hicimos 22,974 pasos, 15 kms y 600 metros de desnivel. Bufffff visto así, es mucho. Subimos un montón y bajamos tambien otro montón. En un momento hacia tanto, pero tanto calor que parecía que moriríamos allí, luego unas ráfagas de frío intenso nos recordaban que estábamos bien arriba ya.
Aquí, en Manang, me quedaré dos dias por la cuestión de aclimatarse. Encontré un lugar que hacen pasteles y comi uno. Me supo a gloria! Lo mismo que me sabrá cuando pueda comer carne después de haber terminado estos meses de viaje. Tengo ganas de un solomillo, jugoso, rico.
Bueno, como te comentaba al inicio de esta carta, a veces las circunstancias son medias raras y terminan pasando cosas que no sabes ni entenderás por qué ocurren. Pues eso, hoy me levanté en este precioso pueblecito de montaña con una somera infección de orina que me han visto en la necesidad de medicarme con antibióticos. La Doctora espera que se me pase entre hoy y mañana, me ha mandado descanso; así que en esas estoy, descansando donde Cristo perdió el móvil para poder culminar con éxito este trekking. En fin papi... Cosas de la vida.
Papi Lucho, querrás venir conmigo alguna vez? A mí me encantaría, que lo sepas.
Besitos
Tu hija.